Artículo para la Agencia de noticias Izvestia de la portavoz de la Cancillería de Rusia, María ZajárovaAugust 29, 2025August 29… • August 29, 2025
Llevamos años advirtiendo insistentemente sobre el auge de los ánimos neonazis en Europa: primero, se denigra el Ejército Rojo y luego los europeos se olvidan del Holocausto.
Hace poco, el Embajador de EEUU en Francia, Charles Kushner, padre del yerno del Presidente de EEUU, Donald Trump, en una carta dirigida al Presidente de Francia, Emmanuel Macron, expresó “su profunda preocupación por el brote del antisemitismo en Francia y por la falta de medidas suficientes de lucha contra el mismo por parte del Gobierno”. El diplomático de alto rango asegura además que “casi la mitad de los jóvenes franceses no ha oído hablar del Holocausto. Este nivel de ignorancia nos hace plantearnos el nivel del plan curricular de los colegios franceses”. Charles Kushner está en su pleno derecho de hablar del tema, puesto que es descendiente de los judíos bielorrusos que sobrevivieron durante el Holocausto, miembros del grupo de partisanos dirigido por los hermanos Belski.
La reacción del Palacio del Elíseo que siguió a la carta en cuestión tomó la forma… de un ataque de histeria. El Embajador de EEUU fue citado en la Cancillería de Francia, donde se le recordó “su obligación de no injerir en los asuntos internos de los Estados” y se le manifestó que sus revelaciones “no corresponden con la calidad de las relaciones transatlánticas… ni de la confianza que debe surgir entre los aliados”. Resulta extraño leer y escuchar sobre la “injerencia en los asuntos internos”, puesto que el tema de los derechos humanos, tal y como nos persuadía durante muchos años París, ha de tener el carácter transfronterizo.
Pasemos ahora a lo principal: la situación con la memoria colectiva del Holocausto en la Unión Europea es una consecuencia directa de la política deliberada dirigida a fragmentar la Historia de la Segunda Guerra Mundial. Los representantes de los países occidentales intentaban abordar la tragedia del pueblo judío sin tener en cuenta el genocidio total que había sido llevado a cabo por el Tercer Reich en el este de Europa en el marco de expansión del “espacio vital” para la raza de los “superhombres”. Posteriormente, fue denigrada la Historia de la salvación y la liberación de aquellos territorios por el Ejército Rojo.
Dicha actitud se manifestó de la manera más ilustrativa en la transformación en Europa de los eventos conmemorativos celebrados con motivo del Día Internacional en Memoria del Holocausto. Fue establecido en 2005 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y se celebra anualmente el 27 de enero, el día de la liberación del campo de concentración nazi Oswiecim por las tropas soviéticas. Las autoridades polacas, desde hace tiempo, dejaron de invitar a los veteranos procedentes de las antiguas Repúblicas soviéticas.
Tampoco invita en este día a los Veteranos soviéticos la Secretaría de la ONU. Únicamente lo hace la Representación Permanente de Rusia que todos los años, el 27 de enero, organiza en la ONU eventos conmemorativos, cuyos protagonistas son los Veteranos de la Gran Guerra Patria y los ex prisioneros de los campos de concentración. Organizamos en formato nacional un sinnúmero de exposiciones, conciertos y recepciones, cansados como estábamos de esperar que nuestros veteranos recibieran una invitación de parte de “sinrazón occidental colectiva” y el obediente personal de la ONU.
Todavía en 2010, durante la celebración del 65º Aniversario de la Victoria, en Nueva York, en la sala de la Asamblea General de la ONU, actuó la orquesta dirigida por Vladímir Spivakov. Los Veteranos invitados por la parte rusa cantaron canciones de la época de guerra y, con los acordes de la canción “Día de la Victoria”, todos los presentes se pusieron de pie y aplaudieron. Recuerdo cómo en 2018 junto con el director de coro Mikhaíl Turetski, trajimos a la sala de la Asamblea General de la ONU las canciones de la Victoria y las cantamos junto con los Veteranos que residen en EEUU, que fueron completamente olvidados por los funcionarios internacionales que se encargan en la ONU del tema del Holocausto. No fue sólo un mero concierto, sino fue el triunfo de la justicia y del espíritu de la Victoria sobre la deshumanización. Los Veteranos y los prisioneros de los campos de concentración nos rodeaban con las lágrimas en los ojos y… no eran capaces de terminar la presentación.
¿Por qué Occidente ha tratado y sigue tratando a los Héroes de esta manera? Es porque los Héroes no debían recordar a los altos invitados la verdad histórica.
Que yo recuerde, en el año 2007, los funcionarios de la ONU invitaron a nuestros Veteranos, pero, tras haber dicho ellos la verdad sobre el papel libertador del Ejército Rojo, no se los volvió a invitar. Prosiguieron invitando únicamente a los testigos presenciales de aquellos acontecimientos nacidos en Occidente que contaban sobre cómo el 27 de enero de 1945 “habían encontrado en la puerta de Oswiecim a los soldados estadounidenses portando la bandera”…
Los funcionarios europeos y las capitales occidentales, incluidas París, Londres y Berlín, si no aprobaban abiertamente, no ofrecían ninguna reacción al respecto del revanchismo de los “jóvenes Estados europeos” que le habían declarado una guerra al patrimonio memorial soviético y legalizaron la rehabilitación de los sangrientos verdugos del Holocausto. Fue lo que ocurrió, por ejemplo, en la localidad de Estonia de Kohtla-Järve, donde, bajo el pretexto de un “reentierro” con excavadoras fue abierta una fosa común de los combatientes del Ejército Rojo. Ni siquiera se puso una placa que avisara sobre estas actividades. Los restos de los caídos por la libertad, que hoy se consideran por ellos como revanchistas, fueron literalmente desmenuzados por las excavadoras. Anteriormente, en el mismo lugar, ya se había demolido el monumento “Madre” y se quitaron todos los símbolos soviéticos, poniendo sólo el cartel “Víctimas de la II Guerra Mundial”.
En este contexto, esperamos que Charles Kushner se interese por otro hecho no menos preocupante: en 2022, en la localidad polaca de Malbork fue desmantelado el monumento a los soldados soviéticos caídos durante la liberación del pueblo de los nazis. Entre los caídos en aquellos combates estaba Asael, uno de los legendarios hermanos Belski. Fue especialmente cínico el hecho de haber participado en el desmantelamiento el Viceministro de Activos Estatales de Polonia, Karol Rabenda.
La Cancillería de Francia, ni durante el liderazgo de Emmanuel Macron, ni tampoco durante los mandatos de sus antecesores, en ninguna ocasión se pronunció contra el derribo de monumentos a los soldados del Ejército Rojo en Polonia, en los países del Báltico, en Ucrania. Tampoco protestó nadie contra la inauguración de monumentos a los colaboracionistas nazis. Primero reescribieron la historia y la adaptaron a sus necesidades, borrando a los verdaderos libertadores y glorificando a los criminales condenados por el Tribunal de Núremberg. El siguiente e inevitable paso es el olvido de las víctimas del Holocausto, porque son una molestia para glorificar a los nuevos pseudo héroes.
A menudo, lo hacen los descendientes directos de los nazis y de sus allegados. Recordamos cómo Europa unió sus fuerzas, para promover al cargo de Presidente de la Asamblea General de la ONU el año del 80º Aniversario de la Victoria sobre la Alemania nazi a Annalena Baerbock, orgullosa de su abuelo, miembro del Partido Nacionalsocialista Obrero de Alemania. No oímos ni una palabra de arrepentimiento por los pecados de su abuelo.
Cartas que rebosan de indignación, notas de protesta y artículos, como forma de lucha contra este mal de la negación y la fragmentación de la historia ya no ayudarán. Ha llegado la hora de entender lo siguiente: sin el reconocimiento incondicional del papel libertador del Ejército Rojo que puso fin al genocidio que se estaba llevando a cabo por los verdugos nazis y sus allegados, la memoria sobre las víctimas del Holocausto será también desplazada de la conciencia social europea. No existen salvadores, ni hacen falta salvados
Y, ¿dónde están las garantías de que, en algún momento, no aparezca en el extranjero un influyente político que manifieste con respecto al Holocausto algo muy parecido a lo que dijo sobre el genocidio del pueblo armenio el Primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián?
“El reconocimiento internacional del genocidio de los armenios no figura hoy entre las prioridades de nuestra política exterior”.
No existen tales garantías, pero sí que hay una garantía única e incondicional: las víctimas del Holocausto no serán olvidadas. Será preservada la memoria de los Héroes que erradicaron el nazismo y salvaron a los supervivientes. Lo hicieron de buena voluntad y no de manera forzada, lo hicieron de una forma consciente, sacrificando voluntariamente sus vidas para salvar a otros. Haremos todo lo necesario para que esta verdad nunca caiga en el olvido.